miércoles, 21 de mayo de 2014

Reforma de la democracia (II)

En el el post anterior analizaba por encima la situación de la prestación de los servicios públicos por parte de las administraciones, y de los efectos de su politización.

La cuerstión de eliminar servicios municipales para asignárselos a otras administraciones tiene en mi opinión todo el sentido del mundo ya que la administración municipal es la peor financiada, la peor dotada de medios y personal y por todo ello la que mayores dificultades tiene para prestar servicios con eficiencia y con costes razonables.

La reforma se ha quedado realmente corta por cuestiones políticas. Básicamente el lado izquierdo del espectro político quiere mantener los ayuntamientos como máquinas de prestación de todo servicio imaginable y por imaginar, mientras que el derecho pretende que sean las diputaciones provinciales y comunidades autónomas quienes ejerzan esos servicios.

El debate es en mi opinión banal y sin ningún interés. Se han enzarzado en disquisiciones a las que han dado valor de cisma y cuya consecuencia ha sido que ha dejado la reforma inexplicablemente a media salida. Y digo inexplicablemente porque los gobiernos con mayoría absoluta son precisamente los competentes para semejantes reformas. 

La cuestión está en que los políticos carecen por completo del la más mínima legitimidad en opinión de una parte muy importante de los ciudadanos, y que además los servicios públicos están hiperpolitizados y dentro en una maraña competencial, auténtico patatal en el que se entierran montañas de recursos públicos que en este momento escasean de una manera más que alarmante.

Bueno pues afrontemos el problema de abajo arriba.

La primera cuestión es sacar a la política de aquellos lugares en los que no cabe ni con calzador.

Una de las mayores lacras del sistema y que además crea un rechazo más que justificado a la política y por ende a los políticos es el hecho de que haya invadido todo. Hasta el fútbol.

¿Puede alguien explicar qué tiene de político asfaltar una calle? ¿Y mantener limpio un parque? ¿¿El alumbrado público? ¿El servicio de préstamo de libros? ¿Pintar las líneas de prohibido aparcar? ¿Recoger las basuras? Pues entonces ¿quiere alguien explicarme qué demonios pintan los partidos políticos decidiendo en estas materias? Es absolutamente absurdo que los partidos sean quienes se vanaglorien de ser el que más asfalta, como si asfaltar fuera de izquierdas o de derechas. La política es política y la gestión es gestión. Por eso hay dos palabras distintas para designarlas y dos profesiones distintas. No tienen nada que ver. Me ha llamado siempre la atención oír que el Partido Popular era el que mejor gestionaba. Es como si alguien dijese como elogio de un médico que es el que mejor hace las tortillas de patatas. ¿Qué tendrá que ver? Puede que el Partido Popular de los años 90 fuese el que mejor seleccionaba a los gestores a los que contrataba, no diré yo que no, ¡pero hombre! Zapatero a tus zapatos.

La segunda cuestión es ¿Quién debe decidir qué servicios se prestan y qué servicios se reforman para ampliarse o reducirse? En teoría política de lo más básica es evidente que los ciudadanos, pues en ellos reside la soberanía, cosa en la que todos parecemos estar de acuerdo, pero a partir de aquí empieza el conflicto. Para los fans de la democracia real, cada servicio debe ser decidido por todos los ciudadanos mediante decisión emitida en forma directa. Supongamos que a través de voto por internet. Eso se está haciendo por ejemplo en Bélgica y a día de hoy estén enviando a sus reclusos a prisiones holandesas porque ningún belga quiere que haya una prisión en su municipio y las que existen están más que saturadas. Esto ya lo traté en el post titulado La política debe reinventarse Para los demócratas continuistas, deben ser los representantes electos quienes decidan esos asuntos con el cumplimiento del programa por el que fueron elegidos. Para otros reformistas más extremos debe ser el poder político, sin definir cual, el que tenga competencias para tales decisiones.

En mi opinión bastaría una simple modificación de la ley electoral para que este problema se resolviera, o bien una reforma electoral acompañada de una definición clara, concluyente y no dependiente de avatares económicos o políticos de cuáles son los servicios de competencia municipal exclusiva y cuáles pueden prestar los municipios en exclusiva o no, pero excluyendo todos los demás.

Ciertamente son los ciudadanos quienes deben tener acceso a las decisiones. Sí. Y evidentemente sus representantes asesorados convenientemente por técnicos y jurídicos, para evitar desmanes, quienes deben implementar las decisiones en los términos que la ley, los medios y recursos, mejor aconsejen. Pero desde luego no pueden ser los partidos políticos quienes entren a tomar decisiones en el ámbito municipal. Es inevitable que los partidos políticos se vean impelidos a utilizar los servicios públicos para ganar las elecciones siguientes porque les va en ello la supervivencia, y no sólo en términos económicos, sino de prestigio y así, para ellos es prioritario darle al vecino lo que pida, sea lo que sea, se pueda o no se pueda, sea sostenible o no y se encuentra uno de vez en cuando pueblos de 3.000 habitantes con por ejemplo, helipuerto.

En mi opinión bastaría con establecer un sistema en el que se presentasen para ser alcaldes personas pero no en listas, sino individualmente, prohibiendo taxativamente la adhesión a partidos políticos y de este modo se nombraría alcalde al ciudadano que haya resultado más votado y al siguiente primer teniente de alcalde y así sucesivamente hasta la oposición. Y no sin número, sino que debiera establecerse un número de concejales por tramos de población -existe uno actualmente que en mi opinión establece un gigantesco número de concejales- en el que fuese suficiente número pero no holgado, y es fácil, conociendo ayuntamientos de distintos tamaños poblacionales, saber que con 5 concejales divididos en un alcalde, dos concejales de gobierno y dos de oposición, se pueden manejar ayuntamientos de hasta 10.000 habitantes con toda facilidad, tanto para gestionarlos como para controlar que los que gestionan no se salgan del terreno de juego, y que hasta 20.000 es suficiente con 7, y así sucesivamente.

Alguien pensará que esto haría que sólo los más ricos y capaces de costearse campañas electorales  con ciertas posibilidades de éxito llegasen a gobernar un municipio, y tendrán razón mientras no se enseñe a los ciudadanos a que no hay que votar a quienes hacen más carteles y más bonitos, o más mítines en estadios más grandes con fondos más llamativos, ni a los que mejor hablan, sino a aquellos que tienen más curriculum, a los que tienen más experiencia, a los que tienen más vocación...

No sería difícil establecer sistemas que permitan la expulsión de aquellos concejales que incumplan sus funciones, articulando ciertas limitaciones en el uso de tal potestad, y tampoco lo sería establecer mecanismos de garantías por los que los funcionarios, bien sean reclutados por el antiguo método de las oposiciones o nombrados por administraciones de ámbitos competenciales y territoriales mayores, fueran los encargados de guiar por la senda de la ley y limitar cuando la excedan las actuaciones de los representantes de los ciudadanos, esta vez ya directos y absolutamente legitimados.

Habríamos eliminado así la manipulación política que más se ve y que más escándalos ha propiciado a lo largo de la democracia, entendido el verbo manipular como operar con las manos.

Ahora tenemos que eliminar la maraña competencial.

Esto es mucho más fácil. Un ayuntamiento no tiene que ser lo que es ahora, es decir una academia de idiomas, agencia de viajes, representante teatral, animador juvenil, organizador de actividades para mayores, personal trainer, intermediario de operaciones inmobiliarias -si a alguien le choca esto último, debe saber que los ayuntamientos, no los concejales, cobran por "aportación" de cada metro que se urbaniza, por ejemplo o mediante convenios- y otras decenas de actividades más que desde luego parecen poco adecuadas para que las ejerza una administración pública.

Los municipios deben ejercer sus competencias, sólo, única y exclusivamente en los servicios municipales establecidos por el art. 26.1 de la Ley Reguladora de las Bases del Régimen Local, con alguna modificación, articulo éste que dice lo siguiente:

Los Municipios deberán prestar, en todo caso, los servicios siguientes:
a)En todos los Municipios: alumbrado público, cementerio, recogida de residuos, limpieza viaria, abastecimiento domiciliario de agua potable, alcantarillado, acceso a los núcleos de población y pavimentación de las vías públicas.
b)En los Municipios con población superior a 5.000 habitantes, además: parque público, biblioteca pública y tratamiento de residuos.
c)En los Municipios con población superior a 20.000 habitantes, además: protección civil, evaluación e información de situaciones de necesidad social y la atención inmediata a personas en situación o riesgo de exclusión social, prevención y extinción de incendios e instalaciones deportivas de uso público.
d)En los Municipios con población superior a 50.000 habitantes, además: transporte colectivo urbano de viajeros y medio ambiente urbano.

Una vez eliminadas las instalaciones deportivas municipales, quedará completamente definido el ámbito competencial exclusivo de los ayuntamientos. Estas, sólo estas y ninguna más son las competencias que debe ejercer siempre y en exclusiva un ayuntamiento, y ya son bastantes, porque hay una ingente cantidad de ayuntamientos que son incapaces de afrontarlos por si mismos.

No significa en absoluto que se eliminen servicios, sino que sean otras administraciones y no los ayuntamientos quienes los presten, aunque ese debate tendría mucha miga, ya que en mi opinión servicios como la financiación de viajes de sky a los Alpes, no me parece que deban ser financiados con impuestos de personas que a duras penas dan una comida a sus hijos al día, pero ya digo que eso es otro debate.

Estoy seguro de que si eliminamos a los alcaldes y concejales de este debate, y ya de paso a sus partidos políticos, que a buen seguro se cerrarán en banda y se negarán a que esto suceda, pues se quedan sin "lo suyo", encontraremos que a) hemos eliminado la maraña competencial, b)le hemos dado a los ciudadanos representantes legítimos directamente elegidos por ellos y c) no hay que modificar la financiación municipal sino a la baja, lo que redundará en menos impuestos municipales, aunque esto simplemente hará que los impuestos los recaude otra administración, porque los servicios que deja de prestar el municipio debe pagarlos alguien si es que se quieren mantener, así que el ciudadano deberá sufragarlos por lo autonómico o lo estatal.

Los ayuntamientos sin competencias en la gestión del suelo, además, dejarán de ser presa de ávidos indeseables que vean en la carrera política municipal una forma de hinchar su bolsillo.

Se echará seguramente en falta a la policía municipal. Sí. No está incluida, y es que creo que un país con Guardia Civil, Policía Nacional y en varios casos Policía Autonómica no necesita mucho más, sobre todo porque dotar de medios y formación a agentes de la autoridad armados es una tarea gigantesca y una fuente de conflictos incesante, y si conocen ustedes a algún alcalde, sólo tienen que preguntarle en privado qué tal es la relación de un alcalde con sus policías y verán que tiene conversación lacrimosa para rato. Podrían muy bien ser asimilados por cualquier otro cuerpo y todos, o más bien casi todos, tan felices. Y ya sé lo tremendamente complejo de lo que acabo de decir, pero crean que es una solución muy buena para todos, salvo para los policías municipales que son los -y esto es un hecho- quienes menos horas de trabajo tienen y más sueldo reciben.

Con esta frase despido a mis lectores policías municipales agradeciéndoles la atención que me han prestado durante todo este tiempo. Pero es que no soy persona de decir lo políticamente correcto, sino de pensar en soluciones y una vez repensadas y maduradas, exponerlas sin más.

Quiero también agradecer a alcaldes y concejales la lectura de mi blog hasta hoy, porque a buen seguro tras conocer estos pensamientos me tacharán de todo lo imaginable y dejarán de seguirme,... o todo lo contrario. Por si me dejan, gracias de nuevo y buena suerte en el futuro.

Y hasta aquí las propuestas de hoy. En los próximos días daré algunas ideas sobre cómo se me ocurre organizar la vertebración territorial del Estado, o sea las Comunidades Autónomas. Dejo lo más largo y complejo para un cuarto o probablemente cuarto y quinto post: El Estado Central o Nacional y en el último de la serie explicaré mis ideas sobre cómo se incardina esto en la Unión Europea, si es que se incardina de alguna manera y si es que la Unión Europea es una unión.

Que lo disfruten.

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