Este era el título de un artículo aparecido en Harvard Bussiness Review hace más de dos décadas en el que se comparaban las retribuciones de los 10 deportistas mejor pagados del mundo con los 10 ejecutivos mejor pagados del mundo. Y la verdad es que no había comparación posible. Cualquier ejecutivo multiplicaba por mucho al deportista que iba en el mismo orden en la tabla. Tampoco aguantan ahora la comparación. Nada podría hacer Floyd Mayweather, el boxeador que ocupa el número uno de los deportistas mejor pagados con sus 85 millones de dólares contra Tim Cook, el CEO de Apple que se embolsó en el mismo periodo 380 millones, pese a la crisis. Steve Jobs había ganado el año anterior más de 646 millones en su mismo puesto.
Si repasáramos la lista de los 100 mejores en ambos campos de actividad veríamos que la proporción es idénticamente desequilibrada a favor de los ejecutivos. A esto hay que sumarle que un ejecutivo puede ganar esas cifras hasta la edad que quiera, mientras que un deportista rara vez puede seguir ingresando su millonario salario después de los 40 años.
Tampoco a los actores mejor pagados les alcanza para competir con los ejecutivos. Los tres primeros del ranking, Leonardo Di Caprio, Johnny Deep y Adam Sandler obtuvieron cifras aún más modestas que las de los deportistas: 54, 35 y 28 millones de dólares respectivamente.
Sólo el mundo de la música podría acercarse al de los ejecutivos, pero hay un problema. Un ejecutivo lo gana todo él. Un grupo de música como U2, que es el que suele ser el primero en ganancias en un año, a parte de ganar algo menos, unos 350 millones según Forbes, tiene que repartirlo entre sus componentes, manager, promotor, discográfica y otros intermediarios.
En cualquier caso, ser uno de los 100 mejores ejecutivos es realmente difícil, aunque no menos que ser uno de los 100 mejores deportistas, actores, músicos o cualquier otra cosa que queramos decir.
A la vista de todo esto, parece evidente que si lo que usted quiere es que su hijo le retire, no lo encamine por el mundo del deporte, donde hay una competencia tan feroz como en cualquier otro, pero se gana menos dinero y además se gana durante menos tiempo. Tampoco le haga actor, ni músico. Haga que sea un buen ejecutivo. Está muchísimo mejor pagado y la carrera es con mucho la más larga con lo que puede usted ir soñando en pasar su vejez en el lugar del mundo que más le apetezca, rodeado de todo lo que su imaginación quiera sugerir. ¿O tal vez no?
En estos últimos años y cada vez con más fuerza hemos oído pedir a unos u otros personajes que se recorten los sueldos de políticos, funcionarios, banqueros, trabajadores, miembros de consejos de administración, empresarios y todo tipo de actividades humanas, pero no he oído a nadie pedir que se recorten los sueldos de futbolistas, cantantes o actores. Y no vale decir que son sueldos privados. También lo son los de la banca no rescatada, o los de todos los trabajadores para los que el FMI pide una nueva vuelta de tuerca, o los de los empresarios de todo tipo y condición.
La cuestión está más bien en que parece que hay grupos sociales que están en la mentalidad de los ciudadanos a salvo de cualquier cosa. No tengo idea de por qué, y no recurriré a los tópicos de los modernos héroes o referentes, o personas a las que admirar.
La cuestión es que yo, por mi parte, los incluyo en el grupo de recortables, como a cualquier hijo de vecino. Si hay que dar ejemplo, ¿quien mejor que aquellos a los que millones de personas miran con admiración?
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