viernes, 8 de junio de 2012

La política debe reinventarse


Esta frase la hemos oído cientos de veces en los últimos años. No es que se le esté pidiendo mucho a la política, porque en toda su historia no ha dejado de hacerlo con mayor o menor dificultad según épocas y lugares, pero se ha reinventado hasta extremos casi inverosímiles.

No termino de ver qué es lo que se pretende decir con esta frase, porque quienes esto defienden tampoco terminan de explicar en qué debe reinventarse o  hacia dónde debe dirigirse esa reinvención más allá de alguna frase hecha de dudosa validez real. Cierto es que construir es muy difícil y sobre todo, que cuando se hace se corre uno de los riesgos a los que más tememos los humanos que es el de equivocarnos, pero en cualquier caso, estoy de acuerdo con que hace falta cambiar, y tengo una idea de qué es lo que debe cambiar y con qué objetivo.

La política debe empezar a reivindicarse a sí misma. Debe empezar a convertirse en didáctica. Debe construir a fuerza de aunar esfuerzos y abandonar el sistemático electoralismo que destruye su imagen pública y por ende su propia existencia tal y como la conocemos. Debe empezar a bajar muchísimo más a la calle y abandonar los despachos. Un político debe ser precisamente eso, político y no gestor, por mucho que los ciudadanos digan, o más bien dijeran, que lo que se necesitan son buenos gestores. Cuando los políticos necesitan gestores, los contratan, que los hay magníficos, pero para negociar, para buscar soluciones alternativas, para transportar la gestión a la calle y la calle a la gestión, para buscar el punto medio entre lo que hay que hacer según los gestores, o los técnicos, que es como ahora se llaman, y lo que necesitan los ciudadanos, hacen falta políticos.

Me hace gracia escuchar a aquellos que dicen que la solución es acabar con los políticos. Me encantaría que se pusieran a pensar -a pensar de verdad, no a decir lo primero que se les ocurra- qué ocurriría si no hubiera políticos. ¿Qué clase de dictadura tecnocrática nos sojuzgaría? ¿O tal vez nos encontraríamos con una tiranía de las mayorías que jamás permitiría a las minorías alcanzar nada? Porque es más que demostrable que por ejemplo las minorías socialmente excluidas son atendidas sistemáticamente por decisiones políticas que en muchos casos indignan a los ciudadanos, baste el ejemplo de los realojos, y de su forma de ser visto por los ciudadanos del vecindario. ¿Se lograría realojar en ciudades a alguien alguna vez si se votase desde el ordenador de casa por todos los ciudadanos o acabarían todos realojados en municipios minúsculos sin vecinos suficientes para ganar esa votación? ¿Dónde acabarían las centrales eléctricas o las industrias o las plantas de tratamiento de residuos sanitarios nucleares? ¿Y las plantas de residuos urbanos? ¿Alguien tendría en cuenta cuál podría ser el coste de la recogida de basuras si el vertedero más cercanos estuviese a 100 kms de su ciudad o le preocuparía más que estuviese lejos de su casa "por si acaso"?

Pero volviendo a lo que estábamos, no me cabe la menor duda de que los ciudadanos deben empezar a saber qué es lo que hacen los políticos en su día a día antes de hacerlos diana de sus iras. 

Los políticos son una emanación o si se prefiere un reflejo del país o el continente en el que viven. No se fabrican en laboratorios, ni hay un vivero en el que se siembren políticos en los sótanos del Congreso de los Diputados. Son personas absolutamente normales y corrientes, tan españoles o castellano-manchegos o barceloneses como el resto. Muchos de ellos con una notable capacidad de trabajo y una brillantez envidiable, y algunos empiezan a plantearse qué pintan en política donde todo el mundo les odia por el hecho de dedicarse a lo público, cuando además sus sueldos son infinítamente más bajos del que obtendrían en la empresa privada.

No hablo, claro está, de los concejales de pequeños municipios, sino de los muchos políticos poco conocidos que ocupan escaños en el Congreso o absolutamente desconocidos que los ocupan en el Senado,  o cargos del Estado, o las comunidades autónomas, que se encuentran con la ira de las masas, y sin el más mínimo respaldo por el resto de la ciudadanía y ni si quiera el atisbo de intentar comprender cuál es su trabajo. Pero de todo ello, la mayor porporción de la culpa es de los políticos.

Es evidente que el sistema de elección, alejado de fórmulas que a mi entender acercan mucho más a ciudadanos y políticos, como las circunscripciones, no permite que los ciudadanos lleguen jamás a conocer a sus representantes ni su función en el mundo, ni los políticos en su mayoría parece que hagan nada por resolverlo, y en esto la política tiene que dar el salto a la mayor brevedad porque es una modificación de efecto inmediato, y también es cierto que hay que abrir las puertas de los despachos y los correos electrónicos y los teléfonos a los ciudadanos no en la campaña electoral, sino durante los 365 días del año para que ciudadanos y políticos lleguen a conocerse y a explicarse sus problemas respectivos.

En cuanto a la reivindicación de muchos cuando son oposición y de casi ninguno cuando es gobierno de hacer listas abiertas, habría que aclarar qué clase de listas abiertas piden. Si son listas abiertas cuyos componentes son elegidas por los partidos, o lo que quieren es que no haya necesidad de estar en la disciplina de un partido para ser elegible, o si se pretende que la lista sea tan abierta que un ciudadano pueda votar a varios candidatos de listas distintas, porque cada uno de esos modelos tendría consecuencias distintas, pero en cualquier caso, y dado que las listas abiertas no son aconsejables sin las circunscripciones, puesto que por la provincia de Madrid se eligen 36 diputados al Congreso y se presentaron 17 partidos,  dudo que los votantes se pusieran a evaluar a los 612 candidatos para decidir con conocimiento de causa a qué 36 votar, de momento parece sensato implantar un sistema de circunscripciones, mucho menos exigente con el votante, y mucho más cercano en cualquier caso porque cada ciudadano sabría quién es el diputado que le corresponde y al que dirigirse, algo que a día de hoy también existe, pero ¿podría usted decirme quien es el diputado del partido del Gobierno o de alguno de la oposición que corresponde a su circunscripción? No tema. Yo tampoco.




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