domingo, 17 de febrero de 2013

¿Hacia un cambio de modelo o de político? ¿Resolvería el problema?

La situación de la economía marca profundamente la percepción que los ciudadanos tienen de su sistema político. Es tan constatable y tan evidente que no hará falta abundar mucho en el tema.

Los movimientos radicales, extremistas y populistas surgieron en el mundo con fuerza en situacionbes económicas muy delicadas, como fueron las del comunismo ruso o el chino,o tras la primera guerra mundial en Europa y Asia, así el fascismo en Italia o el ultranacionalismo militarista en Japón, y tras la crisis del 29 se agudizaron y en algunos casos llegaron a tener no sólo auge sino poder, caso extremo el nazismo en Alemania pero tambien los movimientos de corte ultra de ambos extremos en Inglaterra, Rumanía, Checoslovaquia, EE.UU. o España.

Todos ellos tenían una cosa en común: el odio al sistema liberal, a las que ellos llamaban democracias corruptas, a sus políticos blandos e incapaces, a la economía de libre mercado, y a todos les movía igualmente la firme voluntad de devolverle el poder al pueblo. 

En este sentido es curioso comparar frases de Lenin y de Hitler, algunas de las cuales es imposible determinar quien de los dos las pronunció... primero.

Si desideologizamos aquellos movimientos de principios del siglo pasado, nos saldrán estos de ahora. La democracia no funciona, el libre mercado no funciona, la solución está en darle el poder al pueblo, acabar con los políticos corruptos, que a juicio de la calle lo son todos, y ... ¿y que más? Porque eso aún nadie nos lo ha planteado.

En el momento actual y por hacer un repaso breve por nuestro entorno, se han publicado estadísticas basadas en encuestas mas o menos fiables, y en mi opinión sobre las encuestas, mas orientativas que fiables, según las cuales el apoyo de los franceses a Marianne Le Pen, con su Frente Nacional, estaría sobre el 30% del electorado, que además no ve en ese partido ningún riesgo para la democracia. Varios landers alemanes están al borde de la mayoría ultra, Amanecer Dorado en Grecia, y los movimientos 11-M, Partido X y similares, concitan el apoyo de una ingente masa de ciudadanos europeos.

Es sin duda una tendencia que denota un serio problema que hay que abordar y hacerlo ya. Pero las soluciones que se adoptan desde la política son como mucho pintorescas por no decir ridículas.

Las soluciones que se apuntan en nuestro país no son resultado de análisis rigurosos ni estudios científicos llevados a cabo por departamentos de facultades de ciencias sociales. Da la impresión de que no se encuentra solución al problema y por tanto se intenta resolver su percepción en la calle. Los pasos dados son mas bien maquillajes salidos de gabinetes de imagen o de sociólogos que tratan de mitigar cómo perciben las cosas los ciudadanos, sin resolver nada, seguramente con la esperanza de alcanzar pronto la llamada "senda de la recuperación" una vez en la cual las aguas volverán a la mansedumbre habitual. Pero la realidad es que todos los actos tienen consecuencias.

Se busca ahora reaccionar contra políticos que llevan coche oficial y tienen sueldos altos, a los que nadie ve trabajar, y que visten bien, huelen bien, tienen la manicura bien, signos todos ellos de una democracia que no es real y de una casta privilegiada. El político está para dar ejemplo, se dice.

Y en ese ansia por darle al ciudadano lo que pide, se retiran coches oficiales, se limitan sueldos, se eliminan concejales y hasta hay quien propone eliminar el senado, probablemente porque no se ha molestado nunca en conocer la administración, porque si se molestase, probablemente eliminaría los consejos superiores de los departamentos ministeriales, el Consejo de Estado, el Instituto Nacional de Consumo, o el de las Cualificaciones, o el de Tecnologías de la Comunicación, el Consejo Económico y Social,  y otros centenares de organismos de los que probablemente casi nadie ha oído hablar nunca. Eso en el caso de que llegara a comprender cual es la utilidad de cada uno, si es que la tuvieran.

La cuestión está en que el modelo hacia el que nos movemos, lejos de abordar el problema del gigantismo de la administración, de las nefastas consecuencias de la fiebre legisladora que todo quiere abarcar, del amor por el control del ciudadano, de lo que hace, lo que come, como se sienta al volante y de las agencias de viajes en las que contrata sus vacaciones, se está limitando a eliminar diputados y concejales, de momento, y busca un modelo que es el de un político que va a trabajar en transporte público o en su defecto en su coche particular, a condición de que sea un utilitario híbrido, que sea mileurista y con aspecto de clase media o media baja y que dé ejemplo de austeridad y si puede ser hasta de tacañería pues todo lo que tiene es público o ha salido de lo público. 

Hay que racionalizar y mucho, eso si, pero no puedo estar mas en desacuerdo con que eso vaya a solucionar nada. 

En primer lugar no entiendo por qué el político debe dar ejemplo más allá de lo que debe darlo el médico o el abogado, el arquitecto o el carnicero.

Yo no quiero un presidente, un diputado o un senador para que me den ejemplo. Yo los quiero para que me den soluciones.Y desde luego no quiero que el alcalde, si es un buen alcalde, se vaya porque ya lleva mas de 8 años en política. Eso me parece tan incontestablemente estúpido como cesar a los médicos porque llevan 8 años ejerciendo o despedir a un gran jefe de compras porque lleve años siéndolo. Y crean que las tentaciones existen en todas las profesiones, ya sea la de ser familia real, la de empleado de banca obligado a cumplir la cuota de preferentes de su sucursal, la de empresario presidente de CEIM, o de la CEOE, como los señores Arturo Fernandez y Díaz Ferrán o la de autónomo que oculta datos al fisco o paga sobres en b a sus empleados por algún trabajo extra, o incluso como parte de su remuneración, una práctica que desde luego si alguien dice que es extraña es porque o nunca ha trabajado o porque no vive por aquí. ¿Lo quiere usted con factura o sin IVA?

Es obvio que el dinero público no se puede robar pero ¿es que acaso el dinero privado si? ¿O es que no nos cuesta dinero a todos cada vez que un empresario privado deja de cobrar el IVA o de declararlo? ¿O no nos cuestan las estafas o los concursos de acreedores que general miles y miles de parados cuando son resultado de malas prácticas?

No quiero ni pensar en lo que opinaría el respetable si yo digo que me parece estupendo que el político tenga el coche que quiera tener o la casa o mansión que su dinero pueda comprar, y que se pase en política el tiempo que los votantes queramos que esté, porque la limitación de mandatos en política es la única cosa que el ciudadno decide por completo y eso al parecer tampoco va a quedar en manos de los ciudadanos. A  buen seguro me pondrán de chupa de dómine cabra, pero desde luego por esta otra senda, la de que los políticos no tengan sueldo y se vayan a los pocos años de empezar, no sólo no estamos afrontando el problema real, sino creando otro aún mayor y si no, emplazo a quien me lea a las listas de las próximas elecciones, a ver quien es el guapo que se pone ahí a dejar durante ocho años su profesión y volver después a ella habiendo perdido no sólo dinero sino su carrera, y recordaré que lo que nos preocupaba hace bien poco, era la enorme injusticia que suponía para la mujer interrumpir su carrera profesional durante uno, dos o tres años para cuidar a los niños y las enormes dificultades que en su desarrollo profesional eso creaba. 

Pues ya me contarán ustedes si es que en la de un profesional cualquiera, hombre o mujer, 8 años no van a suponer un descuelgue completo. O tal vez lo que se quiere es que todos los políticos sean jubilados o rentistas. Y no quiero pensar en alternativas mucho peores.

Lo anticipaba en este blog hace meses. La mayoría de los concejales de España no tienen sueldo, ni dietas, ni asistencias, ni nada de nada. Pero sufren las consecuencias de estar en un partido político y padecen el desprecio y los insultos a su honestidad igual que los que si las tienen.

Ese no es el problema que tenemos que afrontar. Lo que hay que resolver es la masa ingente de organismos de los que nadie tiene ni la más remota idea de su existencia ni de sus funciones, y en muchos casos ni si quiera la gente que pertenece a ellos.

A modo de ejemplo, cuando yo estaba en la facultad me empeñé en saber donde estaba y qué hacía el Consejo Superior de Agricultura, al que había adscritos varios consejeros y funcionarios que cobraban por ello. En realidad Consejo Superior había entonces y hay ahora, al menos teóricamente, en todos los ministerios y no sólo en el de Deportes, y en algunos de ellos, hay varios. 

Tras consultar el Fichero de Altos Cargos, pedir cita al Director General de Agricultura, hablar con el Secretario General, y recorrer casi todo el edificio preguntando por los despachos, sólo gracias al portero del ministerio y a una funcionaria ya mayor que recordaba algo, logramos llegar a un archivador en un rincón de un despacho en el que ponía con una de aquellas cintas rojas de DYMO "Consejo Superior de Agricultura". Para nuestra desgracia, pero no para nuestra sorpresa, la llave no estaba, ni en el ministerio encontramos quien diera noticia de su paradero. 

Eso era todo lo que ocupaba el Consejo Superior de Agricultura en mis años de facultad.

Lo malo  no era eso. Lo malo era que cuando quisiera podría reunirse, resucitar y ponerse a regular cosas que después todo el sector tendrá que cumplir costando millones de euros privados y públicos, espero que no sólo para justificar su existencia y que no vuelva a decirse en un blog que es un archivador olvidado en un despacho, cosa que ya no es.

Les reto a buscar en internet qué hace o qué ha hecho el Consejo Superior Agrario que es como ahora se llama.

Y como ese, cientos y cientos de organismos por todas las administraciones públicas que generan la raiz del verdadero problema, y es que tienen capacidad para intervenir en nuestras vidas y haciendas regulando cosas ignotas y peregrinas. 

Ese problema es el que debemos resolver y no quedarnos sólo en el de los sueldos de los concejales, que dicho sea de paso, también, pero insisto, no sólo.




 

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