domingo, 18 de noviembre de 2012

No es eso, no es eso.


Así dejaba Ortega una frase para la posteridad al comentar la deriva de la II República que tanto la alejaba de las esperanzas que había suscitado en una gran parte de la población española del año 31.

Recuerdo esta frase al hilo de la conversación que mantenía el extraordinariamente culto Ramón Pi en una emisora de radio, en la que comentaba cómo el entonces secretario de la Casa Real y hombre inteligentísimo, Sabino Fernández Campo le había explicado que su tarea en ese puesto era más bien la de trabajar en la imagen pública de la monarquía, y que no lo decía para quitarse importancia, sino porque era fundamental hacerlo ya que durante 44 años la corona como institución había sido denostada tanto por la República como por la Dictadura, del mismo modo que era fundamental devolverle la imagen a los partidos políticos que lo habían sido también, aunque sólo por la Dictadura, ya que sin partidos es imposible hablar de democracia.

Lo cierto es que tanto la monarquía como los partidos han dilapidado la imagen que los primeros 80 les habían traído, y ciertamente no puede culparse a nadie sino a los casos publicados por la prensa sobre algunos miembros de la Familia Real y a los propios partidos políticos, cada cual en su propio ámbito y ambos de un modo imperdonable para muchos, y utilizo el término imperdonable en toda su amplitud, es decir, que probablemente habrá muchos que jamás les perdonaran.

También es cierto que un político o un partido que se presente a unas elecciones por ejemplo municipales ofreciendo en su programa calles asfaltadas, aceras limpias, luz en las farolas, y recogida de residuos sólidos, no ganará de ninguna manera las elecciones, si hay, que lo habrá, otro partido que promete viajes para jóvenes a mitad de precio, viajes para mayores, un nuevo polideportivo, mejores conciertos en las fiestas patronales, otra piscina pública, un servicio de alquiler de bicicletas, libros de texto gratis y un helipuerto.

No creo que haga falta mucho estudio sociológico para saber cuál de los dos arrasará en las urnas, por mucho que lo que todos sabemos, opinamos, creemos y hasta reivindicamos es que hay que acabar con todas esas cosas que un ayuntamiento no tiene que hacer y que hay que dedicar los medios municipales a lo que debe realmente hacerse. Pero no. Nadie votaría al primero. Todos los harían al segundo en contra de su propia opinión.

Entonces, ¿qué es lo que realmente pide esa mayoría que influida por el pensamiento postmoderno europeo se lanza de cuando en cuando a la calle o a los medios a reivindicar unas cosas u otras?

Pues no se sabe. Ni siquiera lo saben ellos mismos. He ahí una de las grandes ventajas de la postmodernidad: que al estar buscando una fórmula propia sin tener referencias ni bases en las que apoyarse , está en constante traslación de unos planteamientos a otros sin que se sepa muy bien a qué carta se quedará, suponiendo que vaya a quedarse a alguna, cosa que yo pongo en duda.

Del mismo modo están reaccionando todos los partidos políticos a cosas que nada tienen que ver con la realidad. Por poner un ejemplo de la mayor trascendencia en este momento, PSOE y PP se han puesto a trabajar a la vez, por que en común, la verdad es que no, para atajar la sangría de desahucios que vivimos por mor de la bajada de precio de la vivienda sumada a la gravísima situación del empleo. Pero es que la realidad dista mucho de las razones por las que ahora se han puesto urgentemente a trabajar, porque no es cierto que se estén produciendo 500 desahucios al día a tenor de los datos que hoy ha dado el Gobierno y que dicen que las viviendas que han sufrido un procedimiento de lanzamiento, o lo que es lo mismo un desahucio, son entre 4.000 y 15.000 en los últimos 4 años. Pese a que no entiendo que quiere decir entre 4.000 y 15.000 porque el dato será uno y sólo uno, supondré el máximo o sea 15.000, que dividido entre los 1.460 días que tienen 4 años, la media es de 10, cosa que si bien no deja de ser grave, dista muy mucho de la de "mas de 500". Pero es que además, según datos que publicaba ayer eleconomista.com solo el 18% de las viviendas procedentes de embargos en manos de la banca, lo son de familias que no tienen otra residencia, por lo que hay que tener en cuenta que en esos 10 embargos día que llevamos desde que la crisis empezó, hay que contar segundas residencias, naves industriales, locales comerciales y otros inmuebles. Según ABC, el total de desahucios de septiembre de 2011 a septiembre de 2012 son 2.500, es decir, algo menos de 7 al día, de los cuales el 95% son renegociados o reestructurados con los clientes, por lo que el desahucio en precario sería realmente residual, no más de 1 cada tres días. A años luz de los mas de 500 diarios. Y por último, la situación del desahuciado no es ni mucho menos siempre la de quedarse sin casa y encima con una deuda, pues esto solo les sucede a aquellos que llevan pagando pocos años y además su vivienda ha bajado significativamente de precio. Si atendemos a la evolución del precio medio de la vivienda en España que publica el Ministerio de Fomento, la vivienda a día de hoy está aproximadamente a valor de 2005, de modo que quien compró hace 10 años, a precio de hace 10 años, y lleva 10 años pagando una hipoteca a 15 o 20, cuando su vivienda sea embargada es posible que no sólo no tenga una deuda que pagar sino que seguramente recibirá dinero a cambio, pues su vivienda vale hoy un 50% más que cuando la compró. Todo ello en términos generales, porque eso es el precio medio y poco tienen que ver los casos particulares, pues para afinar el dato habría que saber en qué ciudad está, en que barrio, si era nueva, etc.

Por todo ello no cabe sino concluir que la situación es grave, si, y que lo viene siendo desde hace muchos años, pero no es ni de muy lejos la que nos pintaban, como de otra parte, viene siendo habitual.

Pero es que además, lo que dispara la carrera por resolver la situación es el suicidio de una mujer cuyos ingresos familiares mensuales superaban los 4.000 euros, con lo que no era precisamente el tipo de familia a la que el desahucio deje en la calle y en situación precaria, por mucho que cualquier suicidio, cualquiera, sea por lo que sea, es un hecho terrible.

Ante tal panorama, asociaciones, jueces, prensa, partidos políticos y opinión pública han reaccionado tardísimo y muy mal, pues en primer lugar no es nada parecida la realidad a lo que se contaba, o lo que es lo mismo, reaccionan a un problema que no comprenden porque no conocen la realidad, y en segundo lugar, este problema terrible no ha empezado hoy, como es obvio, pero nadie se había dado cuenta salvo algún movimiento social de que hay clausulas que pueden resultar abusivas no en el préstamo hipotecario sino entre las que regulan el procedimiento de desahucio, que los costes del procedimiento de lanzamiento incrementan excesivamente el importe de la deuda, que la situación de las familias que lo sufren puede ponerlas, según sus condiciones y su situación, en grave riesgo de exclusión social, que los jueces llevaban años diciendo que el procedimiento estaba produciendo efectos terribles, y en fin, que la solución no está ni en el desahucio a troche y moche, ni en prohibir los desahucios, por mor de evitar lo que se denomina muy mal denominado "picaresca" y que debería llamarse sinvergonzonería, por mucho que picaresca y sinvergonzonería estén estrechamente unidas en nuestro idioma, pero sonar, lo que se dice sonar, no suenan igual.

La reforma, de momento, no ha contentado ni a propios ni a extraños, porque no está contento el Gobierno, que va a regular más en profundidad el procedimiento, ni la oposición, cuyos calificativos son manifiestamente mejorables, ni las asociaciones anti desahucio, a las que les parece poco y malo, ni la banca que se queja de que es el único de los actores que va a pagar el pato y por si fuera poco tampoco quiere seguir quedándose con viviendas costosas de mantener y nada liquidables, ni a la opinión pública si es que la opinión pública fuese una sola cosa, mensurable, uniforme y clara.

Estas, y otras aún peores, son las cosas que hacen que los partidos políticos sigan dilapidando el capital de confianza y prestigio que tuvieron en los 80, porque lo que pide el ciudadano es que se atajen los problemas y no que se actúe a golpe de estudio de opinión, de noticia más comentada o de encuesta del CIS, poque no es eso, no es eso.

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